Cuando se es niño, vivir con los padres es sinónimo de seguridad, tranquilidad y comodidad. Pero en la vida adulta, no siempre es así.

Hay un dilema muy grande a la hora de tomar la decisión entre quedarse o abandonar el hogar paterno, por no hablar de quién tiene intención de volver.

Hay gente que se va para ganar independencia y libertad, pero hay personas que prefieren quedarse o volver porque se han quedado sin trabajo, están pasando por un divorcio o simplemente quieren establecerse económicamente antes de emprender vuelos más altos.

Sea cual sea el motivo de esta decisión, una cosa es cierta: el corazón tiene que estar abierto y la cabeza centrada en un objetivo.

¿Alguna vez te has parado a pensar realmente en todos los pros y los contras de vivir con tus padres? A continuación te ofrecemos una lista que te ayudará a poner en orden tus ideas, síguenos:

4 ventajas de vivir con los padres

Ahorrar dinero

Sin duda, una de las principales razones por las que los adultos se quedan o vuelven a casa de sus padres es la posibilidad de ahorrar dinero.

Vivir con los padres es como compartir piso con un amigo, donde las facturas las pagamos entre todos y no pesa en el bolsillo de nadie.

Sin embargo, esto puede cambiar en función de cada familia: algunos padres querrán pagarlo todo, mientras que otros exigirán que se repartan los gastos.

Lo importante es estar dispuesto a negociar y, aunque tus padres no te cobren nada, no te conformes.

Tener responsabilidades y saber administrar tu propio dinero es esencial para que cualquier persona madure, así que no vuelvas a ser un niño y a vivir sin responsabilidades. Asume tu papel dentro de tu realidad familiar.

Sin embargo, puedes estar seguro: tu estancia en casa de tus padres puede ser muy ventajosa económicamente.

Tener un lugar seguro

Independientemente de por qué te quedes o te vayas, la casa de tus padres siempre será tu hogar. Siempre tendrán los brazos abiertos para recibirte.

Deja a un lado tu orgullo y considera esta fase de la vida como una oportunidad para madurar y descubrir nuevos valores y propósitos, en lugar de lamentarte por seguir (o volver) en casa de tus padres.

Construir una nueva relación

Aprovecha este tiempo para construir una nueva relación con tus padres. Durante la infancia y la adolescencia, los niños tienden a ver a sus padres sólo como los proveedores de la casa y dictadores de normas.

Pero cuando llega la edad adulta, este tipo de relación ya no existe, y lo que queda es la complicidad, el compañerismo y la oportunidad de descubrir quiénes son las personas que hay detrás de la figura paterna.

Prueba, por ejemplo, a tomarte una cerveza en el balcón con tu madre o tu padre un domingo por la tarde, o a cocinar para ellos. Ve a tus padres como dos adultos y no sólo como las personas que te mantenían y dictaban lo que podías o no podías hacer.

División del trabajo

Otra ventaja de vivir en casa de tus padres es la posibilidad de compartir tareas, como con los compañeros de piso.

Cuidar de una casa, aunque sea pequeña, es un trabajo duro, pero cuando las responsabilidades están divididas, todo es más fácil.

No creas que porque estés en casa de tus padres puedes quedarte sentado sin hacer nada, ¿vale?

4 desventajas de vivir con los padres

Pérdida de intimidad

La pérdida de intimidad hace que muchas personas desistan o se estresen ante la idea de volver a vivir con sus padres.

Pero piénsalo: con un compañero de piso no sería muy diferente. Lo que pesa aquí es la intimidad que tienes con tus padres y cómo pueden acabar interfiriendo en tu vida privada.

Puede resultar más difícil, por ejemplo, llevar a alguien a una fiesta de pijamas u organizar una reunión con amigos.

Además de las preguntas, la incomodidad ante la situación puede ser evidente e incluso embarazosa.

Menos espacio

Con la pérdida de intimidad llega también la sensación de menos espacio. Es normal; al fin y al cabo, en casa de tus padres el único espacio privado será probablemente tu dormitorio.

El resto de la casa, incluida la cocina, el salón y el cuarto de baño, será compartido.

También significa tener tu intimidad expuesta en cierto modo, ya que tus pertenencias y objetos personales estarán en lugares comunes de la casa.

Conflicto de hábitos

De niño seguías la misma rutina, hábitos y costumbres que tus padres, pero en la edad adulta esto puede cambiar por completo.

Algunas personas se mantienen fieles al modo de vida de sus padres y eso no supone ningún problema, pero si tienes un modo de vida distinto al de tus padres, los conflictos serán inevitables, al menos al principio.

Imagínate, por ejemplo, si tienes la costumbre de levantarte escuchando música y tus padres prefieren estar en silencio... O, de nuevo, si has adoptado una dieta vegetariana y tus padres comen carne... Son puntos importantes que hay que evaluar, ya que nadie está obligado a cambiar, y mucho menos tus padres.

Expectativas sociales

Otro gran problema de vivir con los padres son las expectativas sociales. Por convención, lo normal es que los hijos se vayan de casa de sus padres cuando se casan, terminan la universidad o alcanzan la mayoría de edad.

Pero en la práctica esto no siempre sucede, y con ello vienen las miradas de desaprobación y tú en medio de todo sintiéndote inferior, pensando que has fracasado en la vida.

Llegados a este punto, respira hondo y tranquilízate. Vivir en casa no es sinónimo de una vida mal llevada. Al contrario, piensa en este momento como un peldaño que te llevará hacia arriba y hacia delante.

Este es el momento de envolver las opiniones de los demás en una bolsa y tirarlas a lo más profundo de la papelera. Al fin y al cabo, sólo tú y tus padres sabéis lo que realmente está pasando y hacia dónde va todo esto. Relájate.

Consejos para vivir con los padres

Si has tomado la decisión de irte a vivir con tus padres, aquí tienes algunos consejos para que la transición sea más suave para todos.

Explicar la situación

Ni se te ocurra llegar a casa de tus padres sin que sepan lo que pasa.

Primero porque así no llegarías a casa de nadie, así que es importante ser considerado y avisar con antelación.

En esta ocasión, explíqueles qué motiva su decisión de volver a su casa y pregúnteles si es posible.

Tus padres tienen sus propias vidas, rutinas y compromisos que tendrán que replantearse con tu llegada, así que sé sensato.

Llegar a acuerdos

Otro punto muy importante es llegar a un acuerdo con tus padres para que entiendan cómo será tu estancia en su casa.

Dinos cómo puedes contribuir a las tareas domésticas y a las facturas. Eres un niño, pero ya no eres un niño.

Esto ayuda a tus padres a verte más maduro, de modo que muchas de las exigencias que tanto temen los niños dejan de producirse.

Tener una fecha límite

Fija una fecha límite para mudarte y salir de casa de tus padres y comunícaselo. Si tu objetivo es ahorrar dinero, haz una hoja de cálculo objetiva de cuánto vas a necesitar y en cuánto tiempo podrás conseguirlo.

¿Buscas reafirmarte emocionalmente? Busca apoyo, terapia y todo lo que puedas para ayudarte a ti mismo, en lugar de limitarte a quejarte de la vida. Con el tiempo, estarás preparado para volver a abandonar el nido.

Sea flexible

Recuerda que estás en casa de tus padres, así que sé flexible y reconoce situaciones, hábitos y costumbres que pueden no gustarte.

Si te resulta muy difícil, abre siempre un diálogo para exponer lo que te preocupa. Poco a poco todo se calmará.

Actuar con madurez

Es natural y esperable que los niños en presencia de sus padres acaben comportándose con cierto infantilismo, incluso cuando ya son adultos.

Para evitarlo, enfréntate a tus padres como adultos que son y hazlo contigo mismo. Sal del papel de niño, no te victimices ni pienses que eres un pobrecito en su presencia.

En lugar de eso, demuestra madurez y aprende de tus padres todo lo que puedas aprender.

Permítase

Surgirán dificultades por el camino, al fin y al cabo, cualquier tipo de relación tiene sus altibajos.

Pero lo importante es tratar siempre de sacar lo mejor de cada situación. Por ejemplo, en lugar de quejarte de la forma en que tu madre o tu padre hacen una determinada tarea, interactúa con ellos, hacedlo juntos.

¿Por qué encerrarte también en tu habitación? Vete al salón a ver un programa de televisión con tus padres. Ríete un rato con ellos, háblales de tus ambiciones. No temas que te critiquen o te juzguen, si estás en el lugar adecuado, como adulto y no como niño, te hablarán de igual a igual.

Y no lo olvides: ten un objetivo en mente y persigue tu independencia. Y si lo necesitas, la casa de tus padres estará ahí con las puertas abiertas para recibirte de nuevo.